Guiado por esa pasión especial que sólo el fútbol es capaz de generar, hace poco elaboré un listado de todos los clásicos de Sudamérica a los que quiero asistir (los cuales publicaré en una entrega futura) y que poco a poco voy completando, en parte aprovechando la coyuntura de viajes que me ha tocado por dicha tener y también haciendo esfuerzos de viajar exclusivamente para asistir a los partidos, todo un placer.
Me gustan mucho los clásicos porque siempre están llenos de mística y anécdotas, además de estar envueltos siempre en una atmósfera de máxima pasión por parte de las hinchadas respectivas. Cuando estoy en Lima soy asiduo de ir a la tribuna y el clásico es siempre el partido que todos queremos ganar, un equipo no vive sin su clásico rival, es la simbiosis aplicada al fútbol.
Por ejemplo en Lima, el clásico paraliza la ciudad, corren las apuestas, se agitan las manos en el estadio, se encienden televisores en millones de hogares, el equipo que gane está por convertir a sus hinchas en los más felices del mundo, así sea solo por unas horas o días.
La rivalidad más grande, el clásico de Santa Cruz de la Sierra
Algo parecido ocurre en Santa Cruz de la Sierra, ciudad situada en los llanos orientales bolivianos, donde se reparten fanaticada el histórico Oriente Petrolero y el pujante Blooming. Haciendo un paralelo con una entrada anterior en la que comento el caso de los clásicos en países descentralizados (que tienen equipos fuertes distribuidos en dos o más ciudades), nos encontramos con un caso de ellos, La Paz tiene dos equipos muy fuertes (Bolívar y The Strongest) y Santa Cruz lo propio con los equipos mencionados líneas arriba, si sumamos a esto el marcado regionalismo existente en Bolivia entre estas ciudades (las más grandes del país) nos damos cuenta que este partido es el más especial de la zona y del país junto con el clásico paceño.
En la actualidad, tanto Oriente como Blooming andan en medio de crisis deportivas (y al parecer institucionales, por lo poco que he escuchado), llevan algunos años sin conseguir títulos aunque siempre se las arreglan para dar pelea en el torneo local, y justamente en estos escenarios con coyuntura complicada es donde los clásicos se convierten en la “tabla de salvación” de la hinchada, dirigencia y jugadores, la frase de “ganando el clásico se salva el año” cobra mayor vigor que nunca, es cierto, a veces basta poco para ser felices, a veces solo basta un gol.
El día del partido llegó y acudí puntual a la cita, quería tener todo el detalle posible del antes, durante y después del partido. El estadio donde se jugaría el partido es el Ramón “Tahuichi” Aguilera, propiedad de la ciudad, hasta allí llegamos, con la expectativa al tope. A pocas cuadras antes de llegar ya era evidente el ambiente de fiesta, las barras empezaban a calentar la previa y todos trataban de tener el mejor lugar posible.
Como se ve en la imagen superior, exteriormente es un estadio sencillo pero atractivo, existen rampas espirales que dejan ver cómo la gente va ingresando a las “curvas” (equivalente a tribuna sur o norte en cualquier estadio), en paralelo, a las tribunas generales y preferencia se ingresa directamente al nivel del piso, para luego subir las graderías ya dentro del estadio.
La tribuna preferente tiene una visera que protege al público ubicado en esta zona del sol y la lluvia, muy usuales en esta región, al frente, la tribuna general sólo exhibe los clásicos reflectores manteniendo una estructura clásica, toda la construcción se evidencia antigua aunque totalmente funcional, quizás una mano de pintura le vendría muy bien.
Ya adaptados al ambiente mi atención estuvo enfocada en las hinchadas, a mi gusto, lo más atractivo de los clásicos. Por un lado, Blooming hacía gala de “Los Chiflados”, quienes poseen unos bombos LED muy atractivos (sobre todo de noche) y un juego de telas y banderas alusivas a sus colores institucionales (celeste y blanco), me pareció una barra organizada, con gente muy tranquila en sus tribunas, realmente me dio gusto encontrar un grupo así.
En la curva del frente se ubicó La Pesada, histórica barra de Oriente Petrolero, quienes a pesar de haber llegado algo tarde al estadio no se dejaron amilanar y alentaron continuamente también, dueños de una banderola gigante que me sorprendió mucho, aunque yo las prefiero alusivas al club y no a la barra en sí, cuestión de gustos.
Debo señalar que por la forma de hablar de los cruceños (gramática y modismos muy parecidos al “español argentino”) algunos de los cánticos son similares a los que poseen las barras argentinas, tanto en letra como en entonación con las adaptaciones del caso, de todo lo que escuché me causaron gracia los siguientes:
De Oriente a Blooming: “Bloooooming, decime que se siente, habeeeer jugado en la B ♪♪♪”, en alusión al paso del Blooming por la segunda división en el año 96.
De Blooming a Oriente: “No se jodeee, con Blooming no se jodeee ♪♪♪”, luego de que una persona del comando técnico de Blooming agrediera a jugadores de Oriente, al finalizar el partido.
Del partido hay poco que decir, un encuentro no muy vistoso aunque emocionante por momentos, 1 a 0 a favor de Oriente, un 1 a 0 que pudo ser más amplio de no ser por el arquero bloominista, lo bonito del fútbol es que seguramente habrá revancha.
Como caso curioso, a medio tiempo juegan un partido en toda la cancha niños de 5-8 años pertenecientes a la academia Tahuichi Aguilera, pintoresco espectáculo, no lo había visto en ningún otro estadio.
Así llegaba a su fin un nuevo día de clásico, con la sensación de una nueva misión cumplida me fui a casa pensando en volver al clásico de revancha (en noviembre) y también en cómo será el clásico paceño, tocará viajar a La Paz, mejor, no piense perdérmelo.
Los datos finales:
Fecha del partido: 29 de Agosto del 2013
Resultado: Oriente Petrolero 1 – Blooming 0
Asistencia: 20 mil espectadores (60% Oriente Petrolero – 40% Blooming)
Costo de la Entrada: 50 pesos bolivianos. (7 dólares)
Pd: Todas las fotografías son de autoría mía.
el mejor es oriente alpareser blooming no sabe ni donde esta parado